La
existencia de redes sociales y el desarrollo de la tecnología no son el problema,sino
el mal uso de estas herramientas que ponen en riesgo la integridad de los
adolescentes
que no se dan cuenta que están exponiendo su intimidad y
seguridad. “Cada vez se registran en Google alrededor de 2,7 billones de
búsquedas, lo que significa que los niños tienen acceso a un sinnúmero de
información y a cada instante, por lo que tanto padres como docentes deben
estar alerta”. Agredir a una persona por su apariencia, personalidad, posición
económica y demás, al punto de afectar su autoestima, es lo que se conoce como
bullying.
Cuando esta agresión se da a través de las redes sociales entre
jóvenes de la misma edad se convierte en cyberbullying; por consiguiente el
joven no sabe cómo reaccionar a la situación, teme que al tomar acción ya sea
el solo o con sus padres por lo cual decide quedar callado y que el problema se
lo lleve el viento, pero no continua ya se en la misma o en otra red social o
en persona.
Otro
problema es el grooming, como se denomina a la interacción entre un niño y una
persona mayor que se hace pasar por niño. “La mayoría de veces esto no termina en
abuso o acoso sexual, el adulto se satisface solo con las imágenes que ve del
niño o niña”.
Para él, la
solución es que exista más control sobre las redes sociales, principalmente por
parte de los padres, y de manera complementaria por los docentes, y controlar
incluso el uso de celulares.
“No
olvidemos que los chicos se forman por lo que ven, escuchan y se les dice, por
eso debemos trabajar en equipo: padres, institución y docente; y recordar que
somos padres o profesores, no sus amigos”, concluye Diego.
Él es
colombiano, llegó a Ecuador hace 17 años y vivió en Guayaquil por 13, ahora
radica en Quito. Lleva 25 años en la docencia.
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